lunes, 2 de julio de 2012

Y LLEGAMOS A LEÓN


Hoy he besado la catedral, y he llegado realmente a León, pues el camino, hace mucho comenzó desde que besará la catedral de Santiago de Compostela, y como tal, el camino por mucho que pisara León, solo terminaría cuando besase sus piedras, mirara a la bóveda de la catedral erigida mirando al cielo infinito sobre el que los hombres reflejan su alma sobre el espejo del vacío, el vacío que nos hace caminar en esta vida.


Y ahora me siento feliz, feliz porque he comenzado a sentir mi nueva espiritualidad, ya no soy el que era antes, Alexander Rol Jorge murió en el camino. Y ahora, lo que queda de él, es algo, y no sabe bien lo que es, pero ya no tiene apegos por nada, se siente vacío y es como una fuente de la que mana agua pero que siempre esta vacía. Siente el mundo, lo percibe con mucha intensidad, pero ya no se siente apegado a las cosas materiales, apenas tiene deseo, y sin embargo, se siente feliz, en  un estado de profunda paz, de profunda quietud, y cierto es camina, pero camina caminando y no camina pensando. Y creo que esa es su espiritualidad, viviendo sin dejar ni seguir viviendo, se siente por encima de todo eso, es como que ha comprendido una parte grande de su mundo. Y ahora sin nada que ocultar, mostrando solo su humanidad, ahora llora por su mundo cuando lo ve sufrir, y no quiere nada de él, solamente, su paz, su anhelada paz...


Y hoy por fin se ha encontrado con los compañeros asturianos de la noroeste y los de León, siendo recibido junto a su amigo Javi que vino ayer y estuvo con él toda la tarde de descanso en un albergue de Hóspital de Órbigo. Y mientras los borregos chillaban, pitaban sus vocinas viendo un partido, una final que ya estaba pagada sí o sí, mientras muchos veían el partido en la calle, presa de un sistema, de un gobierno esclavista. Y mientras en el albergue, aislados del fátidico mundo de borregos y esclavos, unos franceses muy amables les dejaron algo de pasta, queso, lechuga y chorizo para el día siguiente así como para la cena. Y mientras gozaron de su cena, todo el mundo imbuido por el pan y circo de las masas, ellos disfrutaron de una copiosa cena con la que cogerian fuerzas para el día siguiente, así como una buena y reconfortante ducha con la que desquitarse de los sudores de su alma y cuerpo.


Y amanecío el día siguiente, felices, y ante un viaje que era de 20km con los viejos recuerdos encima, bien descansados, iniciaron una etapa dura, que al principio fue larga, pero que a base de caminar y de hablar de temas sociales como el cultivo natural y no transgeníco; las ideologías políticas y como su fracaso al venir de un mismo gérmen, la masonería; la III Guerra Mundial que próximamente estallará etc.


Y al final, León ya estaba allí, la catedral, allí se mostraba. Así pues, mi viaje terminaría allí, y en Botines, caminara con los que caminase, comenzaría el de Madrid y pelearía hasta el final por aquello en lo que creo. 


En silencio me paré, caminé hasta que aquello con lo que dos semanas atrás había anhelado, al final se me mostraba, y sonriendo pero sin apegarme a aquella visión, como deseando liberar una carga y a la vez entregar una pasión, en silencio, cerré los ojos y mis manos se fundieron con la piedra milenaria que tantas vidas había costado en pro de un sueño, alcanzar a Dios con las manos... Y allí lo tenía, enfrente mío, y unas lágrimas dejé, fruto de mi loca emoción. Cerré los ojos y me sentí en lo alto de los cielos, en el infinito de las estrellas, libre por fin, de un mundo que me ata...


Caminé lentamente, alejándome, y sentí un profundo silencio en mi cuerpo, un vacío que a la vez me llenaba, que me hacía más ligero. Había alcanzado el cielo, lo había contemplado desde su cruz, me había reconciliado con las almas a las que en Santiago juré honrar, gracias Mariano, gracias Vicente, gracias peregrinos de todas las razas u nacionalidades, ya habeís sido jurados, gracias pueblo mío...


Tras esto fuimos a la plaza de la Casa Botines en donde miembros del 15M León nos esperaban para unirnosenos así como los asturianos que venían en dirección nuestra, unos 20 en total.


Tras esto decidí perderme...


Y finalmente regresé a la acampada ubicada en la plaza de Botines, ir a este bar, pasar la crónica y las fotos, y descansar. 


¡Nos vemos mañana!











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