sábado, 7 de julio de 2012

COLUMNA NOROESTE: CEINÓS DE CAMPOS-MEDINA DE RIOSECO




Ayer me sentía feliz, sentí que el camino me había hecho, que ya era parte de él, pues ya apenas sin apegos ni deseos me sentía, solo sentía paz en mi. Era uno con el todo, formando parte de una familia, todos sentíamos lo mismo, esa sensación de estar en el hogar, en armonía con la vida, sin demasiados quebraderos de cabeza. Algo nos estaba cambiando, por primera vez comenzabamos a abandonar la esperanza y la ilusión y comenzabamos a ceñir nuestra atención en el presente, en el bendito presente que nos brindaba la oportunidad de contemplar lo que nos rodeaba. Y es que Ceinos de Campos es el típico pueblo pérdido en el océano abrasador que conforma la típica llanura castellana, un islote en mitad de ese infierno abrasador, de apenas 300 habitantes si llegaba. Y es que el trato que tuvimos fue encantador, la poca gente que nos recibía lo hacía con felicidad al saber que por fin se había encontrado con congéneres similares. Y el único bar que había, su dueña, no fue menos, rápidamente se mostró muy afable y nos invitó a consumiciones y a alimento con el fin de alimentar un poco nuestro cuerpo. Todo era maravilloso, tanto como el polideportivo en el que teníamos que dormir, un lugar grande, tranquilo y fresquito, en donde el único reino o república que había mejor dicho, era el de las moscas. Y es que las moscas por lo general suelen pasar desapercibidas ante nuestros ojos, y por desgracia, las solemos matar, y aquello era bonito, todas juntas, sintiéndose, unidas en una especie de amor al que los hombres vanos llaman instinto, y allí estaban, unidas en paz volando por nosotros. 




Como había sido un trayecto algo duro dado que las agujetas se van acumulando y el cansancio mental se hace notar, la columna pasó la tarde en el bar en el que se haría la reunión disfrutando de la preciada amistad que la une, y sacándose perras los unos a los otros mediante el poker, pero pocas, si acaso para un par de cafés o tabaco, que sé yo. Transcurridas un par de horas, la gente ya advertida por los carteles repartidos por el pueblo comenzó a sentarse entorno a la noroeste en la terraza del bar, y comenzó la reunión en la que se expusieron los problemas que nos afectan hoy en día; la corrupción política que hay; el tema de los mineros; y por encima dado que es un tema al que nadie quiere acercarse, la inminente III Guerra Mundial muy tergiversada por todos, y que en dos semanas cuando la marcha termine trataremos a fondo en sucesivos artículos no aptos para mentes enfermas y dependientes del sistema esclavista que tenemos.


Y como si de un largo viaje se tratase, en las horas finales del día tuvimos una grata sorpresa para compensar la no unión de dos chicas vascas que lo tenían pensado hacer, y que al final terminarían por unirse a la columna salida desde Barcelona hace tiempo. La novia de nuestro querido athleta se presento en persona para poder contemplar a un rostro y a un cuerpo cansado pero lleno de espíritu, en este caso maratoniano. El amor silencio la alegría vivida, el beso paralizó a ambos que acariciando sus cuerpos lloraron de emoción tras dos semanas cuasi sin verse. Y es que es lo bueno del amor, que si realmente es como tal,  vence al tiempo y a la distancia, queda en el infinito del vacío en el cual vivimos. Adicionalmente se unieron un fotógrafo y su compañera, así como otra pareja más el chico encontrado hace unos días en Mayorga. Y es que por fin se comenzaba a respirar un sentimiento de que podíamos conseguirlo, la familia Noroeste crecía en número de miembros, y con ello crecía nuestra fuerza de cara a los días siguientes a llegar a Valladolid en donde sucedería un emocionante encuentro en el cual muchisimas personas se unirían, y en Medina del Campo se descansaría y se montaría una buena fiesta ante la cercanía de Madrid. Pero bueno, eso ya lo relataré dentro de dos capítulos, también añadiré lo que muchos sentimos al reencontrarnos con nuestros seres queridos y familiares.


...


Y al día siguiente, tras haber dormido bien, la mujer del misterioso hombre bondadoso que desafia a los años pisando por encima corriendo, nos ofreció una riquisima sandía para desayunar, dado que no somos algunos al menos, a la fruta jeje. Tras esto, tras haber hablado bastante sobre como poder unificarnos y llamar la atención en la etapa del siguiente, Medina de Rioseco, decidimos que al llegar a las inmediaciones del pueblo cogeríamos y nos pondríamos detrás de la pancarta a modo de improvisada manifestación. 



Comenzamos, comenzamos al principio con algo de lentitud dado que la gente estaba risueña, y debíamos de mostrar firmeza ante los coches que pasaran ante nuestro lado. La sorpresa no fue menos cuando los coches que nos veían, ya enterados de las increibles andanzas de la Noroeste, nos pitaban, y como los camiones cuya estela de aire tiraba continuamente a más de uno el sombrero, nos pitaban y su pitido nos retumbaba a todos en señal de que la cosa no iba mal. Tras haber hecho un par de paradas de descanso, por fin la etapa que parecía que sería peor que el día anterior, de 1km más, resulta que quedaban dos kilómetros. Entonces, con la exaltación de alguno que no paraba de consumirse por sus propias emociones nos dispusimos a marchar todos detrás de ella mientras dos fotógrafos se encargaban de cubrir la marcha. Desde luego, fue una experiencia realmente grata, al fin la diputación de Valladolid sabía de nuestra existencia, y es que como explicaré dentro de dos artículos, la Noroeste conquistaria Valladolid y haría honor a sus cualidades de heroísmo, entrega, y fortaleza. La Noroeste estaba encaminada a ser la mejor de todas las columnas debido a los escasos medios con los que había comenzado desde Galicia y Asturias, y a como estaba terminando.


Pero no lo sé la verdad, creo que ese día fue el día en el que comenzamos a andar, el día en el que como gotas que caen tras mucho esfuerzo a un cubo de agua, se nos unieron dos personas más. Una venía de hacer el Camino de Santiago, alguien parado, que guiaba su vida por el viaje, sin duda una persona del camino, tostada por él, fortalecida por los años, y es que no sea de ánimo ofender, me recordó con la gorra al famoso alpinista y aventurero Sir Edmun Hillary en su descenso del Everest junto a primer sherpa que lo subió con él, Tenzing Norgay. El segundo había partido desde algún pueblo de Castilla y ambos nos acompañarían hacía Madrid. 


Y bueno, nada más llegar debíamos de dormir en un polideportivo o acampar en las afueras, así que la gente aprovechó para conocer a los nuevos, descargar las cosas, ducharse o descansar un poco.


Y bueno, y me reitero, aquí termina el capítulo de este viaje que ahora, mucho tiempo después de haberlo vivido, lo recuerdo con cierta nostalgía y con cierta emoción. En el siguiente: A dos días de Valladolid, fiesta en Mudarra.


Un saludo.














































1 comentario:

  1. Animo MI GENTE todos somos uno!!Bonitas fotos Alexander!!Un Abrazo!!

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