jueves, 28 de junio de 2012
LA ÚLTIMA PRUEBA.MOLINASECA-RABANAL
Todo esta pérdido, sé que voy a caer, no tengo agua, me pesa la mochila, me duelen los brazos de tirar del carrito, estoy a punto de caer en el asfalto dando mis últimos pasos, pérdido en la nada, en esta montaña de dolor, de pueblos pérdidos, que sucumbieron, en donde las almas erran de un lado para otro, y los últimos cancerberos aún vigilan los tesoros custodios de que aquí algún día hubo vida, ahora hay muerte, perdición...
...
Esta mañana tras haber domido relativamente bien en el refugio de Molinaseca, cogí y cené una lata de mejillones. Cogí mis cosas y me despedí de mi familia de peregrinos, de una bella chica inglesa morena, con unos ojos preciosos, con su pelo rizado. No sé, anoche ya me había fijado en ella durante el transcurso de mi estancia viendo el partido, y me había fijado en sus aires de sencillez, de mujer amante de proteger todo lo que
la rodea. Y en el sueño que tuve, ocurrió algo insólitó...
-Alexander, ¿a dónde vas? ¡quedate conmigo! ¿no ves que te amo, que quiero estar contigo, a dónde te diriges sin rumbo fijo! Por favor...quedate conmigo...-
Oscuridad que emerge de entre las calles, y me veo llevado sin sentido, mientras una voz resuena en mi interior, y llora, y por momentos me veo, en una cama desnudo, siendo acariaciado por una bella mujer, morena, con el pelo rizado, que me consuela con sus ojos, me transmite ternura en mi corazón dolorido, y me hace sentir en paz con lo que me rodea, con mi vida. Y soy llevado a un muelle, en donde un alguien encapuchado como si fuera un fraile, con ojos de cristal que miran a ninguna parte, me llama a embarcar, a zarpar en un barco viejo, y el horizonte, y la mar enbravecida chocan bajo mis pies, y llueve, llueve sin descanso. Y miro atrás y la chica me sigue, queriendo que vaya con ella, y su corazón me ofrece, pero y entonces, algo me dice, que he de zarpar en ese barco, que no sé cuando regresaré, pero que en mi viaje pescaré peces y podré navegar hasta el Sol, perderme en el horizonte, y quizás algún día regrese. Y entonces la mujer me entrega una pulsera, con lágrimas en los ojos, y otra la besa y se la pone en su muñeca. Me mira a los ojos y llora, me toca mi rostro, enfriado por la vida, y me dice que pronto volveré y podré vivir con ella, pero que antes, he de pescar peces. Y la mujer en la oscuridad, llorando se pierde. Y me veo entonces en la mar, pérdido, pescando peces junto a ese alguien encapuchado de ojos de cristal, hay un fuerte oleaje, y entonces el barco comienza a hundirse, y la luz del Sol me invade. Tan pronto me veo en mi hogar, con mi amada, que me repudía, no me conocé al principio, y termina amándome, besandome, todo se funde con la luz que mana de mi corazón...
¿Qué esta pasando?...
Hoy era un día especial para mí, pues llevo once días fuera del hogar, ¡y por lo que he pasado! he pasado por tantas experiencias, conocido a grandes personas, visto y sentido tanto, que es dificil poder entederlo si no se ha sentido. Tantos días caminando por un ideal, y viendo como el sueño de León, cada día esta más cerca, y como lo que parecía imposible se hacía posible, pasando de la completa impotencia al sentirme solo y pérdido, a sentirme ayudado por todos, y con fuerzas para caminar. Y atrás he dejado una patria a la que he jurado regresar pasando por Cerreiro, a una madre que me intentó consolar, a un corazón en llamas, que seguirá peleando hasta el final de su existencia en este mundo; he dejado tanto y recogido tan poco pero tan intenso, que...ahora me cuesta escribirlo. Y hoy sabía que era mi último día, mi última prueba, más allá de Rabanal el camino se me haría corto, sencillo, no habría obstaculo para mí. Es por eso que hoy me tocaba la prueba en la que se decidiría si era merecedor tras tantos esfuerzos por llegar hasta donde he llegado, solo y con pocos medios, aferrado a un sueño:CONQUISTAR MADRID Y REIVINDICAR NUESTRA DIGNIDAD COMO SERES HUMANOS; hoy tenía que subir a la Cruz de Hierro, el punto más alto del Camino de Santiago que me estaba esperando allá arriba, tras una subida de infierno...
Y me puse a caminar, las horas pasaban, lentamente, el tiempo me consumía, las cuestas no terminaban, cada kilómetro era eterno, cada paso me dolía más que el otro, el viento me azotaba con fuerza y otras veces paraba. El Sol me quemaba el cuerpo, y agotada por el calor el agua, mi mente comenzó a flaquear, y todavía me quedaban 12km para la subida. Sabía que no podría continuar, que me quedaría en el camino...
Paso tras paso, me consumía por dentro, los gemelos me tiraban, los pies me ardían, apenas podía abrir los ojos, y caminaba ciegamente por la carretera, virando de un lado a otro, moribundo, esperando la espada de la muerte caer sobre mi nuca y caer en los brazos de la muerte sin arrodillarme, caminando. Y lloré, lloré de desesperación, clamando a los dioses de la vida, a las fuerzas ocultas de la naturaleza, que algo de ayuda, me diesen. Y el viento fresco comenzó a soplar, y si acaso conseguí avanzar un poco más, y tras las nubes fue ocultado el Sol.
Pero el camino seguía ahí, y comencé a sentir una agonía que me rodeaba, apenas o ya nada, había peregrinos. Pasaba por casas vacías en las que el eco del viento agonizaba, y podía sentir una fuerza solitaria vagando por aquel lugar, un silencio de pena, pero que podía escuchar, como si la montaña llorará de tristeza, al verse despellajada por el calor, sin nada. La vida en aquel lugar no tenía sentido, y allí, pasiones, sentimientos, pensamientos, todo aquello que me rodeaba, notaba como si me fuera arrancado con fuerza. Notaba como ya en el alma no tenía nada, nada pasaba por mi mente, de nada me acordaba. Solo veía al Sol quemar mi cuerpo, cegarme, caminar sin sentido tambaleandome en una cuesta que no terminaba nunca...
Todo esta pérdido, sé que voy a caer, no tengo agua, me pesa la mochila, me duelen los brazos de tirar del carrito, estoy a punto de caer en el asfalto dando mis últimos pasos, pérdido en la nada, en esta montaña de dolor, de pueblos pérdidos, que sucumbieron, en donde las almas erran de un lado para otro, y los últimos cancerberos aún vigilan los tesoros custodios de que aquí algún día hubo vida, ahora hay muerte, perdición...
...
A punto de caer y ser presa de la muerte, llorando, desesperado, sabiendo que el final se acercaba, dado que por aquel lugar no pasaba nadie y si lo hacía sería demasiado tarde, sin agua, comiendo lo que tenía para tratar de darme algo de fuerzas pero en vano. A punto de caer, al fondo vislumbré lo que parecía ser un monje que lentamente hacía mi caminaba, como surjido de la nada. Y entonces sentí como ya propia mi muerte y hacía ella caminé, pues sabía que ya nada tenía que perder, moriría luchando hasta el final, por la libertad...
De ser una sombra pasó a ser una persona que cojeaba de tal forma que apenas podía caminar, sosteniendose como podía sobre sus muletas, cargando con él un enorme carrito de la compra. Y al verme, ya viendo que me iba, le rogué si algo de agua tenía, y sabiendo que lo más seguro es que no, me miró, y con palabras acojedoras, sentí que mi alma se dormía sobre sus palabras que me transmitían paz. Y de su carrito sacó una botella fresca de agua, y me dio para beber, que era mía. Y miré a sus ojos y lloré, era incapaz de creerme que hubiera una persona con tal valor para afrontar aquella montaña en pena con la discapacidad física que él tenía. Pero miré a sus ojos, y derrepente fue como ser iluminado por la luz de cien soles de la paz que sentí. Una persona que tenía un valor encomiable, una sinceridad absoluta, y sobre todo, una sonrisa, una esperanza que me hacía ver como en este maldito mundo consumido por el odio, aún hay esperanza, ende, aún se puede luchar, por personas como Vicente, personas que caminan a Santiago, pero que ya han llegado a Santiago porque Santiago es la esperanza que las impulsa a ofrecer lo poco que tienen, porque son personas de la vida, persona que manan paz de sí mismas, y eso es Santiago...
Y con más fuerzas que nunca, feliz, le apreté la mano y me despedí. Era feliz, y ahora por mis ojos navegaba la imagen de aquella mujer desconocida de mi sueño, y por fin, pude comenzar a entender su significado. Y con esa imagen, abandoné la idea de que caminaba con un cuerpo físico, de que arrastraba un carrito con mis cosas, y una mochila con mi tienda y equipaje. Comencé a caminar con el alma, y cuando paré a beber algo del agua que me había dado, me quité la camiseta, y frente a las montañas que bajas me miraban, alce los brazos al cielo, como un árbol, con mis ojos miré al infinito, los cerre, y mi cuerpo comenzó a ser refrescado por el viento, y sentí a mi alma purificarse por dentro, y fruto de ello sonreí. Sentí una fuerza dentro de mí, sentí que por dentro tenía una luz, tenía algo, una fuerza, y ende, supe que llegaría a León y que conquistaría Madrid, y que más allá, lucharía y moriría con honor en la causa de liberar al mundo, aún sin importarme entregar mi vida con valentía por ella.
De vez en cuando corría, ya nada me importaba. Y pasaba por cruces a las que con respeto a quienes las había colocado, daba un beso con la mano al aire; pasando por un pueblo en el que varios cancerberos habitaban y ende custodiaban. Y me senté un poco a comer algo y ví a un cancerbero, a una bestia en solitario, surgir de aquel lugar sin vida, acercarse hacía mí, mostrandome sus fauces, y temiendome lo peor, me preparé para plantarla cara. La bestia se paró, y me miró unos momentos, pero en mi alma no tenía ya miedo, estaba preparado para enfrentarme a ella, y tan pronto como me miró, en lo que antaño eran casas, ahora pasto de las hierbas, desapareció...
Y la cruz de hierro se me mostraba, notaba como todo era cada vez más empinado, más solitario, y de vez en cuando escuchaba chillidos emitidos de aquel pueblo fantasma. Notaba su soledad, su tristeza, y rogando un beso y paz para las almas que aún lo habitaban, proseguí mi viaje. Y del verde que lo rodeaba, en soledad, fui percibiendo una fuerza, una mezcla de tristeza con soledad, con orgullo, y al fondo ví una cruz que se erigía por todo lo alto, mi camino había terminado. Y así pues, dejé mi equipaje abajo y me dispuse a subir al monticulo en el que estaba, guardando respeto ante los recuerdos de los peregrinos que habían dejado honrando y cumpliendo promesas que a almas que ya por tristeza no están dejaron. Y besé la cruz y me dispuse a izar mi alma hasta la cruz...
Silencio...
Habiendo cumplido mi promesa en el más estricto silencio, habiendo dado mis ruegos, sentí en mi alma algo, al bajar con respeto, me despedí, emprendí el camino de bajada hacía Rabanal. Y entonces, noté como ante aquella cruz había muerto alguien, algo se me había olvidado. Miré a la llanura leonesa que se mostraba ante mis pies, y sentí que algo en mí había cambiado, que ya nada me importaba, que tenía que vivir por algo, por cumplir mis sueños, pero sentí que ya no era un jóven, que ahora me había convertido en un hombre, que inconscientemente pasé por allí y todas mis acciones habían estado encaminadas para ese momento tan duro y honroso. Y caminé con mi nuevo cuerpo, no me reconocía, algo en mí se había transformado, ya no era el que había comenzado aquel viaje en Santiago, ahora era otro. Y ende, amaba y daba gracias a todas las cosas, por dentro me sentía fuerte, y como tal pude llegar a Rabanal y poder venir a este Hotel-restaurante en donde me han recibido muy bien, me han invitado a un bocadillo, y francamente, cada día que pasa mi vida aquí en el camino, soy más feliz, voy amando más y comprendiendo con más fuerza el motivo por el que estoy peleando: Mi pueblo, aquel que es velado por personas que en el camino, cuando menos te lo esperas, siempre te hecharán una mano, porque ellas al igual que yo, formamos parte de él, nuestras pisadas se han quedado grabadas para siempre en la carretera y en el camino. Dejamos algo, una esencia, un recuerdo, un testimonio de paz y de esperanza para las generaciones venideras, y que estas puedan seguir la ruta que las marcamos pensando en un mañana mejor, porque en su momento tuvimos esperanzas y fueron estas las que hicieron del presente un momento mejor.
¡Que así pues sea hermanos y hermanas!
Caminemos con la espada y con el corazón,
sintamonos orgullosos de esta vida que nos ha sido concedida,
y es ahora cuando ya un hombre, comienzo a entender el por qué de tanto para tan poco,
y caigo en la cuenta de que para luchar, solo es necesario,
¡EL AMOR!
Y habrá un mañana y nos miraremos los unos a los otros,
más allá de esta orilla y de la otra,
y sonreiremos al recordar,
cuan tiempos convulsos fueron los que nos tocó vivir,
y la nobleza que nos encontramos en ellos y como vivir del bien supimos,
hallando en el camino a personas de gran nobleza,
que nos ayudaron, y tan pronto como vinieron, se fueron...
Y sea ahora en nuestro presente, un noble motivo para luchar,
por todos aquellos que tienen esperanzas en el corazón,
que hacen de la nobleza su estandarte.
¡Así pues, alzemonos por encima de los soles y de todos los cielos,
con valentía hemos de pelear, pues no sabemos si habrá un mañana,
pero si sabemos que hay un presente!...
¡CONQUISTEMOSLO!
Gracias Mama por tu ayuda, ahora te veo como tal, te miro como un hombre que mira al mundo con firmeza y que esta dispuesto a pelear ahora más que nunca por él.
Gracias Padre por haberme concedido tu espiritu de lucha, sin tu fiereza, sin tu firmeza hasta el final, quizás no habría podido llegar. Gracias.
Y a todos los demás que me habeís acompañado, y que me habeís ayudado, y que pronto os veré, también, GRACIAS
Vicente, amigo mío, esta crónica es para tí, sin tí no habría podido caminar para escribirla y llegar para terminarla. Que así pues seas honrado, ójala llegues a Santiago, aunque ya has llegado hombre piadoso, tu eres Santiago, pues Santiago es la esperanza que nos incita a caminar en un presente incierto, en un futuro desconocido, en un pasado doloroso, por un mañana mejor. Gracias Vicente.
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Animo amigo . Eres todo un ejemplo a seguir. Mis máximos respetos!!!
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