-El verdadero problema viene cuando nadie percibe que es un problema-
Y así bajo esta cita comienzo esta serie de máximas con el fin de contribuir, aportar mi granito de arena como pensador de primero de filosofía a la destrucción del nacionalismo, tanto a escala comunitaria como estatal. Si queremos ser libres, hemos de liberarnos de cualquier falsa impera que condicione nuestras vidas, analizar que la causa del problema obedece a nosotrxs, quienes la sustentamos al no incurrir en el atrevimiento de juzgarla, al vivir al amparo de objetos de culto y de conocimiento a los que hemos atribuido por enseñanza tutelar el rol de entes infinitos, deístas, a los cuales debemos rendir la máxima pleítesia posible.
Toda forma de nacionalismo, tanto a escala comunitaria en cuanto a un conjunto de individuxs, una población reducida; o estatal, más grande, con diversos marcos comunitarios, cada cual bajo una misma tradición, la estatal, constituye en el sentido hobbesiano, el pacto con el Leviathan, el demonio aglutinador de esferas, de pensamientos individuales entorno al estado. Es el contrato social en el cual el individux cede su signo que le caracteriza como ser pensante, único, con una experiencia única, así como un pensamiento inclusive, carente de experiencia -sobre esto último me gustaría señalar, que el pensamiento según el concepto kantiano denostado por el pensamiento moderno, cientificista, psicologísta, no necesita de ninguna experiencia para estructurarse, más bien es espontáneo, obedece al sentir de cada individux para consigo mismx, y que por lo tanto le confiere autarquía, capacidad de valerse por sí mismo sin necesidad de ninguna figura patriarcal-estatal- y en correlación con el señalado, le confieren unos derechos por ius naturale que le categorizan como libre, independiente de cualquier marco comunitario o estatal que pretenda tutelarle, como ser dependiente moral y físicamente del objeto tutelar, el estado. No hay pues, mayor error a nivel subjetivo, que ceder tal autonomía al ente falsamente -tutelar-, que se adjudica tal papel tan solo obedeciendo a unos signos que convierte en significantes, movidos por unas circunstancias historícas etnocentristas promovidas principalmente por el papel de la nobleza o la burguesía, así como el poder sacramental. El estado como tal o el marco comunitario surge para monopolizar el papel de las vidas de los sujetxs que viven en él aún que no quieran, y así obtener el control sobre sus vidas, y su tutela, orientados a los fines de sustentarle, y con ello el soporte que alimenta su poder.
Muy rápidamente, el estado, el nacionalismo, afirmar su existencia sobre terreno en concreto es estúpido. Es como afirmar que en el espacio interestelar, una porción de vacío corresponde a un grupo de seres porque vieron que por ahí pasaba un signo -un meteorito- y lo designaron como un significante -dios nos ilumina con el castañazo porrazo. Reflexionar a nivel subjetivo los que se afirman en su etnocentrismo socio-cultural-estatal en la existencia de Moñonia, Moñonia es una península, delimitada por una cadena montañosa que hace millones de años, sin pretensiones nacionalistas, chocó contra la penísula de Gomoña, luego más al sur, Marracastaña, un continente. Los Moñonios proclaman a la población de Gomoña que lo que es entrar en su territorio nada, aún sea justificado dado que los gomoños padecen una sequía y deben de emigrar a Moñonia. Dentro de unos millones de años más, la cadena montañosa de Moñonia se vendrá abajo, y ambas penínsulas serán unidas así como la incorporación de Marracastaña por movimiento de placas tectónicas. Y mientras tanto guerras y sangrías estúpidas por defender Moñonia, cuando llegue el día de la fusión, tanto ideal de justificación habrá servido tan solo para eso, para morir absurdamente por un ente imaginario, y millones de vidas, de inocentes, futuros lastrados, aportaciones inter-individuales lastradas...¡Amun bendiga a Moñonia pues!
El error del nacionalismo libre o utopíco consiste en que las ideologías de la izquierda o la derecha, se basan en tal pretensión nacionalista para acorralar moralmente a los individuxs, ofrecerles un terreno específico en el cual dinamitar sus identidades individuales, obligándoles o persuadiendoles a adscribirse a su corriente. Y digo engaño porque se adscriben términos emotivistas como la -libertad, autonomía, independencia- con términos contrarios como -patriotismo-nacionalismo- para poder perpetuar la figura paternalista del estado bajo formas de pensamiento que puedan escapar a su tutela dominante de voluntades.
Todo nacionalismo al sustentarse, girar entorno a una tradición, establece la formulación de proposiciones sintetícas-a priori para establecer el deber de sus individuxs de defenderlo. Derivar un contrato social a un objeto de culto, de rendirse pleitesía como se operó con el fascismo, el stalinismo, o el capitalismo al amparo de las democracias modernas como justificación de esta necesidad patriarcal-tutelar. La personalidad de sus integrantes se establece en función a un falso orgullo que promueve tal sacrificio individual si ello fuera necesario, bajo intereses que solo corresponden al sustento del falso estado, y que son ajenos a la naturaleza del propio individux. La razón ilusoria del estado es durem infinitum, consagrado como divinidad, eterno porque los designios de signo y significante, en la razón teísta humana de quien lo promueve, así lo indican. Pero en cambio, la razón del individux es mortalitatem. El individux es consciente de que es un ser mortal, finito, y que posee como hemos dicho en el primer párrafo, una serie de características propias e intransferibles, que tiene que potenciar y desarrollar, pues solo así su existencia adquiere un sensus causa, que le satisfaga en su mortalitatem.
La función del estado es pues, suprimir este sensus causa, y aprovecharse de su finita existencia para sacrificarla a priori o a posteriori, y con ello poder seguir perdurando en lo infinito. Observamos aquí brevemente que la función del estado es lejos de ser paternalista, es más bien egoísta, y su tutela radica en preparar y acondicionar a los individuxs para su sacrificio en beneficio de su infinita existencia que solo beneficia a quienes lo operan en el marco de su particular -tradición historíca- Esta tradición historica, esa necesidad de sacrificos, tan solo obedece a la causa casus belli, de justificarse así misma bajo cualquier precepto que atente contra la existencia del estado. Porque realmente lo que motiva a la acción no es la causa, es la acción misma de justificarse el estado así mismo al amparo de cualquier signo y significante, y mediante derramamientos de sangre continuos, sangrando posibles cambios que conduzcan a su desaparición, perpetuarse. Razón la cual y brevemente reflexiono, sobre el por qué cuando un estado entra en crisis consigo mismo, y sus individuxs comienzan a ver sus fallos, su quimeríca existencia, rápidamente opera este una guerra, para mediante el miedo y el terror, justificar su cur extiterit.
Dicho esto, a punto de concluir esta reflexión, y dejando por inacabado un analisis más concreto sobre las -tradiciones historicas- sobre las que se fundamenta el estado como figura paternalista sobre los individuxs, quien/es estén en contra de tales reflexiones, para hacerles ver que sin saberlo, inconscientemente obedecen a los patrones inculcados por ese estado al que adscriben sus emociones, usaré la regla de Gramsci: Aún no hubiera suficientes argumentos para contrarrestar, cuestionar estas palabras, aún pudiera estar en lo cierto con tales afirmaciones, el individux perteneciente al estado se aferrará a su consigna, de que siempre habrá aún le fuese concebida en su imaginación como un ente imaginario, deísta, aún su mente fuera la más atea de cuantas hubiere de ser ateístas, que un ser superior siempre podrá contra-argumentarme, sabrá más que yo, y que por lo tanto, razón esta última de la existencia del estado y de su consiguiente poder, no dudará en afirmar y expresar las máximas que este afirme. Y aún imaginario como tal fuera ese Leviathan, no dudaría el individux en entregar su vida en sacrificio contra mí, inmolándose si fuera necesario, con tal de seguir con la perpetuación de este ser infinito, aún su vida como entiendo bajo mi punto de vista que así es, valiera más que mil estados y mil entes divinos. Porque una vida es finita, y consciente de su finitud, el ser humanx trata de vivirla y comprenderla lo mejor posible, solo así e inconcluyo esta última parte y la dejo a juicio personal de cada unx, se podrá evolucionar, ir más allá del espacio-tiempo, sin ninguna pretensión post-mortem propia del estado y sus acólitos.
Más anotaciones sobre el estado, en concreto una muy breve:
Para su mantenimiento, garante de mantener a una población sometida, el estado se valerá de dos factores con diferente estructura causal. Son:
En motivos de paz, de cierta bonanza económica, los ciudadanxs son más dóciles, más sumisos, ende, sus manifestaciones dialogícas, y de motor idealístico carecen de amenaza, al no representar peligro alguno, coacción contra los intereses del estado, que en la mayoría que lo apoya, no ve peligrar su existencia. Se producirá pues, un adelgazamiento de las fuerzas represoras constitutivas de orden público, y como consecuencia, una mayor permisividad, tolerancia de las opiniones de los grupos divergentes entorno al papel del estado. Mayor grado de libertad para mantener contentos a los ciudadanxs, y hacerles creer en la ilusión de que viven en un constitución estatal de derechos y libertades.
En motivos de guerra, de crisis, cuando los recursos del estado amenacen con peligrar; o simplemente se sometan a cambios estructurales que perjudican a sus ciudadanxs, la labor de sus gobernantes o leviathanes es la de controlar a los ciudadanxs que de como tales, pasan a ser números, masas en el sentido más concreto de la afección terminologíca. Se valerá para ello del coartamiento de las libertades citadas en el primer párrafo bajo la excusa de que atentan contra los propios ciudadanxs contra quien restringe sus derechos. El papel de las fuerzas represoras se recrudecerá más, y su uso se hará mediante el terror. No se coartarán las libertades de forma directa, sino que se valerá el estado del uso del terror justificado bajo razonamientos hipotetícos de causa, que puedan bajo su premisa, dar lugar a comportamientos subersivos. Aparecerá el término -terrorista- para justificar ante la opinión pública cualquier comportamiento hipotetíco que pueda juzgarse como delito, pero nunca será probado su autenticidad, pues si tal comportamiento fuera de uso categoríco, imperativo, se podría demostrar su falacia. Es por ello que el estado hará mediante el terror dudar a las -masas- de la constitucionalidad de sus derechos; o si por el contrario, es mejor por su seguridad, eliminar tales derechos.
En motivos de guerra, de crisis, cuando los recursos del estado amenacen con peligrar; o simplemente se sometan a cambios estructurales que perjudican a sus ciudadanxs, la labor de sus gobernantes o leviathanes es la de controlar a los ciudadanxs que de como tales, pasan a ser números, masas en el sentido más concreto de la afección terminologíca. Se valerá para ello del coartamiento de las libertades citadas en el primer párrafo bajo la excusa de que atentan contra los propios ciudadanxs contra quien restringe sus derechos. El papel de las fuerzas represoras se recrudecerá más, y su uso se hará mediante el terror. No se coartarán las libertades de forma directa, sino que se valerá el estado del uso del terror justificado bajo razonamientos hipotetícos de causa, que puedan bajo su premisa, dar lugar a comportamientos subersivos. Aparecerá el término -terrorista- para justificar ante la opinión pública cualquier comportamiento hipotetíco que pueda juzgarse como delito, pero nunca será probado su autenticidad, pues si tal comportamiento fuera de uso categoríco, imperativo, se podría demostrar su falacia. Es por ello que el estado hará mediante el terror dudar a las -masas- de la constitucionalidad de sus derechos; o si por el contrario, es mejor por su seguridad, eliminar tales derechos.
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