EL RETORNO DE LOS INFILTRADOS (THE DEPARTED)
Hubo ya pasado un tiempo, en el que las pancartas se entremezclaban con las sonrisas de la gente, los aguerridos cánticos de personas hastiadas de tanta violencia, de tanta sin razón social, tanta locura canalizada en forma de golpes. Sin duda era precioso, halagador ver como por fin comenzaba a ver una coordinación centrada en demostrar que somos seres humanos, expandiendo un sentimiento de amor entre todos, una unificación sentimental en la cual la gente compartía sus refrescos con caladas y expiraciones de humo, humo que se desvanecia lentamente al son de las consignas de "Libertad, libertad sin ira, libertad" Y la policía comenzó a mirar al cielo, quizás al cielo ahumado de Madrid, contaminado por la contaminación, o quizá al helicóptero en el cual se debería estar plácidamente viendo como todo transcurría sin el menor incidente.
Ya desde un momento, en la zona sur-este del Congreso, un pequeño grupo de personas encapuchadas se habían comenzado a acercar a las vallas, su intención era clara...liarla...Y comenzó lo que se suponía para ellos sería otra liada, y el ruido del golpear de los puños contra las vallas comenzó a sonar, sus chillidos, alguna que otra bola de papel lanzada contra la policía...Pero rápidamente, como surgida de la nada, voces y voces, voces de gente harta de los mismos imbéciles que siempre la traman, trepidaron en contra de esos sujetos y se armó la bulla. Decenas de personas se levantaron en dirección hacía ellos con la intención de frenarles. Pero fue la actuación de aquellos seres armados con las modernas armas del s.XX y s.XXI la que salvó la situación, y rápidamente una treintena de fotógrafos se abalanzó contra los liantes mientras los cánticos de "infiltrados, infiltrados,no más agresiones policiales" agitaba a la muchedumbre, mientras que luchaban por salir en medio de un circulo de flashes que los cegaban, y tan pronto querían huir hacía Atocha, tan de pronto se veían sin saber como, ante su asombro, cegados, en las puertas del Congreso, asediados, sin poder respirar entre cámaras y empujones. "Clak,clak,clak,clak" por momentos solo se llegó a escuchar eso proveniente de las cámaras, mientras la gente abucheaba sentada y con muchos ánimos dado que ya había gestos que demostraban que aquello podría terminar bien, que por fin se comenzaba a llegar hacía un mínimo consenso de mantener aquello con presión pero con calma. Al final, y no se si atreverme a decir, para gracia de los infiltrados, se les consiguió sacar y expulsar de las inmediaciones de todo aquello. Y el pelotón de fotógrafos, sediento de información les siguió unos metros, hasta que al final retomo a sus puestos anteriores entorno a los manifestantes.
Durante la tarde la cosa prosiguió salvo con algunos incidentes en los que el miedo a que la policía volviera a cargar como ayer sucedió, y del miedo surgió cierta confusión en cuanto a llamar de nuevo infiltrados a personas que no eran más que chavalitos con ganas de meter algún que otro chillido, y que incluso mostraron cierta chulesca madrileña, pero que prontamente fueron calmados y no fueron expulsados. Lo más gracioso aún, y fue aquello que comenzó a dar señales de más calma aún, fue el descojone de muchos policías que protegían el Congreso, como si de alguna forma agradecieran o se mostraran incredulos ante aquel espectáculo que sin duda les ahorraba el trabajo de salir y repartir. Unos fumaban, otros reían, o simplemente los menos se daban alguna conversación sobre sus vidas, cosas ajenas, pero que resultan de apreciar, dado que si todos estaban calmados la cosa se haría como en Islandia, con firmeza pero pacíficamente.
Tras la llegada de la manifestación entorno a las nueve de la noche por parte de la CGT, el número de asistentes aumentó.
Eran ya las once de la noche cuando la esperanza vivida allí comenzó a diluirse, de nuevo se entreveía lo que pasaría. ¡Veinte furgones de la policía cortando la salida hacía Atocha, quince frente al Congreso, y una veintena entorno a Cibeles y la salida hacía el Congreso! El miedo era ya latente en la gente, y muchxs comenzaron a irse y aquello se comenzó a vaciar sin muchos problemas. El centro de la plaza fue vaciado y los que aún resistían fueron desplazados lentamente. La multitud que quedaba gritaba de impotencia, pero poco a poco les arrastraban con intimidaciones por el Prado.
UN BESO QUE PACÍFICO TEMPORALMENTE LOS ÁNIMOS
Dicen que si no es la fe, es el amor, aquel germen, semilla nacida de la unión espiritual de dos personas, y en este caso físicamente, lo que mueve las montañas, traspasa fronteras habidas y por haber, y aún más increíble aún, llega al ser humano en tiempos de codicia y cólera.
En el caso al cual nos referimos fue el beso de una pareja, que frente a la policía y a los manifestantes, en mitad de todo aquello decidieron besarse, olvidar lo que pasaba, fundir sus esencias en una sola y soñar, soñar con un Madrid cuyas llamas ardían y arden, apagado, libre de todo mal, solo amado. De nuevo, fotógrafos y más fotógrafos aún, surgidos de la nada aparecieron a captar el hecho, mientras la gente aplaudía. Un acto que sin duda ha quedado grabado como una anectoda más de todo lo que ha sucedido y sucederá en Madrid, en una lucha sin tregua por no un derecho, ni una cuestión de ideas, nada de eso, más bien una esencia, única e intangible, La Libertad.
Parecía que al final todo se calmaría y los que quedaban se irían...pero oro parece y plata no es,¿que es?...tristeza, realidad social, pesimismo alejándonos de tanto vocabulario.
LA OTRA CARA DE LA MONEDA
Se oyeron gritos y comenzaron los disparos de pelotas de gomas, la gente corría y corría mientras en el Congreso ya estaban los coches de limpieza. Por todo Gran Vía, a las doce de la noche se sucedieron cargas injustificadas contra personas que simplemente, no iban como la mass media, de traje y de faldita. Redadas policiales en los bares en busca de gente que había ido con todo el derecho del mundo a protestar en el Congreso contra lo que había pasado el martes. Sin más mediación les buscaban e incluso les aporreaban, habiendo en total una cifra de tres detenidos. Algo que sin duda es mentira, dado que según testimonios de unos chicos que iban hacía Atocha pero que al final tuvieron que tirar por Tirso de Molina dado que la policía les seguía en coches, lo de Gran Vía resultó ser una carga en toda regla con decenas de porrazos y gente que transitaba por la zona tranquilamente, y que tan de pronto se vio casi arrollada por disparos y chillidos de auxilio. Mostramos aquí dos ejemplos brutales de ello. Uno es la foto de un porrazo en el abdomen, fuerte y marcado, de triste visualización, y otro aún más preocupante, es el ubicado en el pecho tirando hacía la garganta...
Al final, todo volvió a la normalidad, al silencio de los medios de comunicación que apenas relataron los hechos vividos en Gran Vía, y poca cosa más.
CONCLUSIÓN SOBRE ESTA JORNADA
Era evidente que el dolor moral y físico de la locura acontecida el día anterior melló mucho en los manifestantes y en toda la sociedad a nivel general, nadie quería violencia, y se notó un clima de miedo, algo impropio en una supuesta democracia, el de vivir con coacción en un país gobernado por fuma puros, ladrones, y locos de la porra. Sin duda la importancia de los medios, de las redes sociales, de los hastags, y los streaming ha sido enorme, sin ellos no se hubiera podido demostrar a la sociedad como el 25s fue una jornada de violencia promovida por gente ajena a la concentración, bien pagada o de ideas nefastas. Gracias a ello por fin se ha visto una reacción conjunta, un consenso general que ha permitido demostrar que pacíficamente se pueden al menos, cambiar una parte de las cosas, como por ejemplo, mostrar mayor solidaridad y cooperación entre personas que compartían humanidad, algo tan dificil de ver en estos tiempos de materialismo moral. Una respuesta que sin duda, incita a pensar en una New Hope.
Por todo ello, el sábado 29s de nuevo al Congreso, a reivindicar nuestra dignidad como seres humanos. Buenas noches.
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